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ARTE Y REVOLUCIÓN (1850)

El arte se ocupa únicamente de lo acabado; el estado también, pero con la pretensión de recogerlo y erigirlo en norma de cara al futuro, un futuro que no le pertenece a él, sino a la vida, al acontecer. El arte es, pues, verdadero y sincero, el estado se enreda en mentiras y contradicciones; el arte no pretende ser más de lo que puede ser, esto es, expresión de la verdad, en tanto que el estado quiere ser más de lo que puede ser; por ello el arte es eterno, porque representa lo infinito siempre con fidelidad y rectitud; por ello el estado es finito, porque pretende erigir el momento en eternidad y, en consecuencia, está ya muerto antes de que salga a la vida.

Si dirigimos la mirada a la actual condición de nuestra ciencia y arte de gobierno, vemos que, privadas de toda verdadera médula religiosa, se pierden solamente en bárbaras frivolidades, con las cuales, por hábito secular, aparecen casi venerables a los ojos atontados del pueblo.

En realidad, la grandeza del poeta se mide sobre todo por lo que se abstiene de decir, a fin de dejar que nosotros mismos digamos, en silencio, lo que es inexpresable; pero el músico es quien hace oír claramente lo que no está dicho, y la forma infalible de su silencio esplendente es la melodía infinita.

TANNHAÜSER (1845) - Coro de peregrinos​

Oh patria, ahora estoy feliz
de poder contemplarte
y poder saludar con alegría
tus hermosos campos;
ahora puedo abandonar
el bordón de peregrino,
porque, fiel a Dios,
he realizado la peregrinación.
Mediante la expiación y la penitencia
me he reconciliado
con el Señor, a quien sirve mi corazón,
con el Señor, que corona mi arrepentimiento
con su bendición
y en honor del cual resuenan mis canciones
¡La salvación de la gracia
le ha sido otorgada al penitente,
que un día entrará en la paz
de los bienaventurados!
El peregrino no tiene ya miedo
ni del infierno ni de la muerte,
por ello alabaré a Dios durante toda mi vida.
¡Aleluya por toda la eternidad!